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De esta manera, se mostró a favor de promover el principio de transparencia en

el ámbito de las vacunas y seguir trabajando desde los poderes públicos con

apoyo de las sociedades científicas y grupos profesionales, en la determinación

de cuáles son realmente las vacunas que se muestran como indispensables para

la salud colectiva, valorándose con criterios estrictamente objetivos los riesgos

y beneficios, viniendo la decisión determinada por criterios científicos y de salud

pública, con exclusión de intereses meramente comerciales, demagógicos u

oportunistas

Asimismo, explicó que “es imposible reducir a cero el riesgo para los niños

derivados de creencias o comportamientos de los padres”. Por este motivo, la

negativa de vacunación por motivos religiosos o filosóficos “no debería tener un

abordaje distinto al que hemos asumido para otros riesgos infantiles inducidos

por familias con hábitos potencialmente perjudiciales, como la persuasión y

educación”.

El Dr. Novoa aseguró que la duda vacunal es un fenómeno complejo y

emergente, como consecuencia de la “cientificación de la sociedad, el

empoderamiento de los ciudadanos y consumidores, la influencia de los

intereses comerciales y de los gobiernos en el conocimiento biomédico y el daño

objetivo de la hiperfarmacologización y medicalización de la vida”.

La ciencia biomédica “tiene cada vez más necesidad de justificación democrática

ya que la determinación de sus riesgos se realiza en la práctica”, recalcó. Por

último, remarcó que el debate con las vacunas “es una señal del progresivo

colapso de la confianza ante las evidencias que señalan el mal funcionamiento

de los instrumentos de producción, control y evaluación del conocimiento

biomédico”.