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agentes –gobiernos, gestores, pacientes y profesionales-, las compañías de

seguros, los proveedores –médicos, hospitales, centros y farmacia-, la

distribución y los productores, entre los que se encuentran las compañías

farmacéuticas.

El marco de competencias, tanto en procesos asistenciales como en las

funciones, consideró que debe de estar bien definido para evitar conflictos y,

en este sentido, aludió a conceptos que se confunden “en función de

oportunidades o intereses políticos” como es “prescribir, dispensar o indicar”.

Aunque señaló que todo el mundo parece tener claras las ideas, él consideró

que no todo está claro y, en este sentido, planteó numerosas preguntas, como

“¿porqué a una auxiliar de enfermería se le niegan la realización de técnicas que

luego se les vende a los pacientes para que las hagan solos?”, “¿por qué otros

especialistas impiden a los Médicos de Familia realizar técnicas y exploraciones

que en consultas públicas y privadas –si tienen prisa- la realiza enfermería?” o

“¿porqué van a diagnosticar y tratar los farmacéuticos y no pueden dispensar

los centros de salud?”.

Abordó también la responsabilidad, desde la lógica del directivo sanitario que

“se entiende que tiene que responder ante quien le manda, lo cual no quiere

decir que eso sea justo” y se preguntó si “los recortes pueden modificar los

valores y principios”. Aludió a decisiones políticas que inciden, por ejemplo,

en los derechos de un médico que enferma sin haber cotizado lo suficiente o

la responsabilidad que tiene un compañero ante otro que necesita asistencia

médica y no debe seguir atendiendo a los pacientes. “No es ninguna deslealtad”

–dijo- ponerlo en conocimiento del colegio para ayudarle a través del Programa

de Atención Integral al Médico Enfermo.

Finalmente, abogó por una nueva

definición de competencias entre

profesionales

sanitarios

con

“redistribución y asignación de

funciones y tareas asistenciales, así

como por “compartir conocimiento

científico” desde el convencimiento

de que “una técnica no es exclusiva de

nadie y debe incorporarla cualquier

médico con conocimiento suficiente si

supone un beneficio para sus pacientes”. El Dr. Antonio Arroyo reflexionó sobre

la situación actual de las relaciones de los médicos con los colegios desde su

experiencia como vicesecretario y presidente del COMA y partiendo siempre de

lo que establece el Código de Deontología Médica al respecto.

Tras hacer una fugaz y romántica mirada al pasado del COMA, fundado en 1894,

recordó el proceso de elección de cargos directivos que ha pasado de la etapa