en el pleno sentido de la palabra, si lo somos de verdad, en seguida descubriremos
qué es lo que estamos dispuestos a hacer, hasta dónde estamos dispuestos a llegar y,
de forma natural, daremos cuenta de ello ante los demás, sin orgullo ni timidez,
llanamente, porque habremos hecho, sin miedo, aquello que nos es propio, porque
para ello fuimos escogidos.
Recordemos pues que, las amenazas al ejercicio correcto de la responsabilidad del
médico,son cuatro, la responsabilidad disgregada,(consecuencia de la división del acto
asistencial en un conjunto de pequeños actos individuales), la responsabilidad líquida
(como consecuencia del distanciamiento con el paciente por la interposición de las
máquinas, el uso inflexible de protocolos y la socialización de la asistencia), la
responsabilidad blanda (cuando concedemos al paciente la categoría de
hiperautónomo) y por último la responsabilidad blindada,(cuando nos escudamos en
la medicina defensiva para protegernos de las denuncias ante las instituciones y los
juzgados)
Como final, pienso que debemos promover, frente a estas responsabilidades
enfermizas, dos. La primera, innegociable, es la responsabilidad comprometida,
comprometida por la mirada humana del otro y hacia el otro. Y la segunda, la
responsabilidad moral colectiva que es la correspondería a la sociedad postmoderna
que nos ha tocado vivir. Si estamos dispuestos a trabajar en ella, nos tocará, analizar,
debatir y consensuar largo y tendido. Pienso que nos queda, estimados amigos, un
largo recorrido para elaborar el alcance y los límites de dicha responsabilidad y
trasladar los acuerdos del colectivo médico (plasmados en los nuevos artículos
deontológicos) a los otros profesionales de la salud y a la sociedad en general.
En esta tarea espero que nos volvamos a encontrar.
Muchas gracias por vuestra atención