“Esta figura es especialmente importante durante el proceso de
hospitalización, en el que el paciente mantiene una relación
continuada con “su médico”, cuya identidad debe conocer, y que
es el que recaba la información y se la transmite, de forma
continuada, haciendo el seguimiento de su evolución, los
resultados de las pruebas que se le van realizando, el diagnóstico
posible o confirmado, proponiéndole las posibilidades
terapéuticas para que, llegado el caso, el paciente pueda elegir.”
Manual de Ética y Deontología Médica
OMC. Madrid, 2012: 59-60.