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Dra. Montserrat G. Estecha: “Cuándo las médicas alcanzan puestos de relevancia o peso a nivel profesional, aparece el síndrome del impostor, se sienten que no lo merecen o un fraude”

En la Jornada del Día de la Mujer que tiene lugar hoy, 3 de marzo, a las 16:30, el Consejo de Médicos presentará los datos de la últimos encuesta del Observatorio de Género y Profesión Médica sobre la situación de la mujer en la profesión, así como harán balance de la adhesión a la iniciativa europea #DóndeEstánEllas, firmada justo hace un año. Esta joranda podrá seguirse de manera telemática a través del canal de YouTube.

Tras estas presentaciones, la Dra. Montserrat González Estecha, coautora junto a Martínez-Hernanz A y Herrera de la Muela M, del capítulo “Síndrome del impostor como factor de riesgo en el desarrollo de síntomas psiquiátricos en mujeres médicas” en la publicación internacional “Equidad de género en la profesión médica” cerrará la jornada del día de la mujer con la conferencia: “El Síndrome del impostor en la mujer médica”.

En su opinión, ¿hay que equidad de género en la profesión médica?

En los últimos años ha aumentado exponencialmente el número de mujeres frente al de hombres que ha accedido a la profesión médica. Sin embargo, aunque el panorama ha cambiado en los últimos años, siendo mayoría las profesionales mujeres, gran parte de los puestos directivos están ocupados por hombres. Se va progresando, no solo por la renovación natural de las plantillas, sino también por los cambios sociales de los últimos años, pero los puestos de responsabilidad siguen sin reflejar la estructura de personal.

¿Qué se podría hacer para lograrlo?

No hay que confiar solo en que se renueve toda la plantilla con trabajadores más jóvenes, que en la actualidad son mayoritariamente mujeres. Hay especialidades en las que siendo mayoritariamente femeninas desde hace muchos años, esa mayoría no se ve reflejada después en los puestos de responsabilidad o directivos. Por tanto, no bastaría esperar a que suceda, hay que realizar acciones proactivas para conseguirlo.

Se podría promover más la conciliación con el ámbito personal o familiar; medidas que puedan ayudar al cuidado de los hijos, como el establecimiento de guarderías en todos los centros sanitarios, sin duda ayudaría a que ambos progenitores se puedan dedicar a sus tareas profesionales sin menoscabar el cuidado de la familia.

En el ámbito económico, sería conveniente facilitar tiempo y recursos, a través de ayudas a la investigación y flexibilidad laboral,  que permitan que esas tareas, que son las que permiten progresar en la profesión, sean retribuidas o, al menos, que no penalicen cuando se lleven a cabo; tiempo y financiación son necesarios para no sentir “culpa” por llevarlas a cabo.

Finalmente, no hay que olvidar que la profesión médica es una más de las profesiones y que también se ve afectada por la educación y los valores de la sociedad en que se desarrolla. Incidir en medidas generales dirigidas a toda la población es necesario desde la infancia. En este momento se están promoviendo campañas para fomentar la ciencia entre las niñas y en este sentido dar visibilidad al hecho de que  determinadas profesiones o responsabilidades no sean deseadas en la misma medida según el género, es ya un buen paso hacia adelante.

¿En qué consiste el síndrome del impostor?

Primero remarcar que el Síndrome del Impostor no es una enfermedad médica como tal, es una situación que se genera en ocasiones en las personas que llegan a un nivel académico, social o de reconocimiento importante.

Esas personas piensan que en realidad son un fraude, que el haber llegado a ese nivel se debe a factores externos o simplemente a la suerte. Piensan que no se debe a su capacidad para lograrlo. Eso les hace estar constantemente a la defensiva, pensando continuamente que pueden ser descubiertos por los demás como impostores.

Eso lleva a una exigencia en la que no se trata de salir airoso de los retos que se les vayan presentando, se trata de no fallar, que no le descubran el “fraude”. Eso dificulta que el trabajo sea mas fluido y productivo, ya que no se trata solo de lo que se va generando o desarrollando, se trata también de evitar que los demás puedan detectar un fallo, lo que, al margen del trabajo realizado, sería percibido como un fracaso.

Eso genera preocupación, agobio y como  consecuencia, la obtención del logro queda difuminado frente a la atención a los detalles del proceso que son accesorios o irrelevantes.

¿Cómo afecta a las médicas? ¿Por qué afecta más a este colectivo?

La propia exigencia de la profesión médica, que ya de por si requiere un esfuerzo elevado, en el que a veces es difícil compaginar la vida privada, hace que sea un colectivo susceptible de ser afectado. En ocasiones se pone de manifiesto específicamente en la mujer médica, por ejemplo, cuando tiene que compatibilizar la maternidad con la realización de las guardias. No se trata de que alguien ajeno ponga un freno, es el papel cuidador tradicionalmente asignado a la mujer el que puede hacer que ella misma ponga un freno a sus aspiraciones profesionales, sentir que debería estar cuidando al bebé y no otras personas, por lo que se puede sentir en un papel que no le corresponde.

Sin ir a puestos directivos o de responsabilidad, el porcentaje de precariedad laboral es mayor en mujeres que en hombres, para ellos la evolución a un contrato indefinido es más rápida, para las mujeres es más prolongada, teniendo que esperar hasta los 45 años para equipararse el porcentaje de contratación indefinida.

En los puestos directivos en muchas ocasiones el sistema de selección es no tanto por méritos académicos objetivos como por confianza propia, y es aquí donde la tendencia de las mujeres a participar menos se pone más de manifiesto, perpetuando la menor posibilidad de acceder a ellos, retroalimentando un menor grado de alicientes en el sexo femenino para competir por un puesto directivo, envolviéndolo en ocasiones en una aparente falta de interés personal en lograr alcanzarlos.

¿En qué medida aumenta el riesgo de desarrollo de enfermedades mentales entre las médicas?

En la misma medida que en los hombres. No hablamos de enfermedades mentales, sino de un malestar y una serie de sensaciones que dificultan poder disfrutar de los logros obtenidos en el ámbito profesional.

A pesar de los avances en igualdad y los derechos de las mujeres. ¿Por qué en la actualidad sigue en aumento este síndrome?

No se puede decir que esté en aumento, ahora es más visible y hay más personas que se atreven a consultar por cosas que antes ni siquiera  consultarían.

Las mujeres acceden cada vez más a esos puestos relevantes gracias a los avances en igualdad y derechos. Si ni siquiera se plantearan el poder acceder no habría problema, porque directamente sería algo que les está vedado. Conforme las mujeres van integrándose en la profesión médica o en otras profesiones, van alcanzando puestos de relevancia o van teniendo peso a nivel profesional, es cuando aparece el síndrome.

Los avances en igualdad son imprescindibles porque de otra forma se impediría a la mitad de la población que se desarrolle en ambos planos, en el personal y profesional, sería bastante injusto desde el punto de vista personal e ineficiente desde el punto de vista social, ya que se perdería una gran capacidad lastrando el desarrollo de la ciencia.

Por otro lado, mientras no se hagan cambios importantes a nivel social, en los roles de género, se va a seguir perpetuando la imagen de que la mujer tiene que desempeñar perfectamente todos los roles, en casa y en el trabajo.

¿Qué se puede hacer para ponerle freno?

Desde el punto de vista social, visibilizar el problema es el primer paso y desde el punto de vista personal, el simple hecho de reconocer que uno presenta este problema sería el primer paso para su superación, ya que en la descripción del mismo se encuentra integrado un reconocimiento de validez personal.

¿Cómo podría lograrse más médicas en puestos de responsabilidad? ¿Faltan políticas de conciliación?

No hay que confiar todo a la feminización progresiva de las profesiones médicas que se está produciendo, hay que facilitar la conciliación. Si eso se logra, habrá mas mujeres en cargos de responsabilidad ya que hay más mujeres en trabajos sanitarios, sin duda.

¿Qué diferencia hay con respecto a otras profesiones?

En primer lugar la feminización de la profesión que da lugar a que sea más visible en el ámbito sanitario que en otros ámbitos. En profesiones mayormente masculinas es más complicado detectar la existencia del problema.

Los horarios laborales, la necesidad de realizar guardias, sobre todo en momentos de crianza, que coinciden con el inicio del desarrollo profesional, hace que muchas veces las mujeres se sientan más condicionadas a la hora de optar a estos puestos, y que sientan más que cuando abordan su carrera profesional están abandonando otros aspectos personales, como el cuidado de los hijos.

Hay que tener en cuenta también que en la profesión médica el trabajo extralaboral es el que marca la diferencia. Un trabajo además no remunerado que se realiza fuera del horario laboral: investigación, cursos, conferencias, artículos, que hay que realizar en el tiempo libre o en el que se dedica a la familia. Se puede sentir que algo se está haciendo mal. Probablemente en los varones sucede igual, pero la presión social, aún hoy en día sigue siendo distinta.

Tampoco es igual la dedicación familiar en la profesión médica que en otras profesiones. Todos tenemos parientes que sufren enfermedades pero es más infrecuente que alguien necesite un avión o un edificio. Siempre se va a requerir consulta y apoyo de sanitarios cercanos, y aquí el médico, y sobre todo la médica, pasan a ser cuidadores principales o acompañantes de la familia, sintiendo también la obligación de dedicar tiempo a esos problemas y culpa de no atender esas necesidades.

¿Qué papel juega la educación y formación en este aspecto?

La educación y la formación juegan todo el papel en el constructo social que hace pensar que las mujeres son las encargadas de sacar a la familia adelante, de criar a los hijos y además tener toda una serie de funciones a nivel social extras, que son impuestas, y que en realidad no son suyas, sino que socialmente les han sido adjudicadas a ellas.

Esto le lleva a pensar que cualquier esfuerzo que dedique a otro ámbito va a ser en detrimento de estas áreas, que va a dejar desatendidas cuando  teóricamente es ella la encargada.

¿Cómo la diferencia de roles y los rasgos de género afectan a la trayectoria profesional de las médicas?

En realidad los roles y los rasgos de género no son inamovibles, de hecho han variado y varían a lo largo del tiempo.

Si hablamos de tal y como los concebimos actualmente, en realidad la profesión médica sería una profesión que jugaría a favor de los rasgos de género femenino: cuidar, atender al otro, estar pendiente, son cualidades que son en teoría muy bien percibidas en una profesión como la médica.

Sin embargo, en las direcciones siguen sin estar representadas en proporción a la estructura de las plantillas. Parece que se reconoce la capacidad de cuidar, pero no la de organizar cómo han de ser esos cuidados.

El CGCOM se adhirió el año pasado al manifiesto #DóndeEstánEllas para aumentar la presencia de médicas en ámbitos formativos ¿Qué le parece esta iniciativa?

Sin duda alguna se trata de una iniciativa muy importante, ya que permite visibilizar y normalizar la aportación de la mujer en el campo de las ciencias sanitarias. Es un inicio muy positivo la participación de las mujeres en ponencias del Colegio de Médicos, que ayudará sin duda a  trasladarlo a otros ámbitos asistenciales y universitarios.

¿Qué más se podría hacer desde el CGCOM y la UEMS para acabar con la brecha de género?

Patrocinar actividades, creación de becas de investigación, negociar con el sistema sanitario la disposición de un tiempo retribuido para la investigación, promover guarderías en los centros sanitarios y otras medidas de conciliación. Se podría incluso llegar a crear un sello de respeto de género y utilizarlo en presentaciones, congresos o becas. 

¿Ha encontrado diferencias de género en su carrera profesional?

A pesar de ser aproximadamente un 50% de mujeres médicas cuando finalicé la carrera, mi especialidad era fundamentalmente femenina, por lo que las diferencias de género más importantes que encontré eran en relación a los puestos directivos que estaban ocupados principalmente por hombres.

Hoy en día la situación está cambiando algo pues hay más mujeres en puestos directivos, como es mi caso, aunque sigue habiendo más hombres en puestos relevantes profesionales y científicos, en proporción al número de mujeres especialistas.

La Fundación para la Protección Social de la Organización Médica Colegial dispone del Programa de Atención Integral al Médico Enfermo para atender a los profesionales con enfermedades mentales y/o adicciones. ¿Qué le parece la existencia de este programa?

Es un programa necesario y útil, aunque hay que recordar que el síndrome del impostor es solamente un constructo social, no una enfermedad psiquiátrica, ni el exceso de autoexigencia constituye per se una adicción al trabajo.

En cualquier caso, es de agradecer que exista este programa para atender enfermedades mentales, reacciones de adaptación o adicciones ya que en estos momentos, tras la pandemia de la Covid-19, se encuentra toda la población, y en especial los sanitarios, con unos niveles de estrés muy elevados.