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Cuidados paliativos. “Buena práctica” médica al final de la vida
Proporcionan una atención integral a los pacientes cuya enfermedad no responde
a tratamiento curativo y donde es primordial el control de síntomas, especialmente
del dolor, así como el abordaje de los problemas psicológicos, sociales y espiritua-
les. Tienen un enfoque interdisciplinario e incluyen al paciente, la familia y su en-
torno, ya sea en casa o en el hospital.
Los cuidados paliativos afirman la vida y consideran la muerte como un proceso
normal; ni aceleran ni retrasan la muerte. Tienen por objeto preservar la mejor
calidad de vida posible hasta el final.
La buena práctica médica supone la aplicación de medidas terapéuticas proporcio-
nadas, evitando tanto la obstinación como el abandono, el alargamiento innecesa-
rio o el acortamiento deliberado de la vida.
Así se recoge en el
Artículo 36.1
de nuestro Código “El médico tiene el deber de
intentar la curación o mejoría del paciente siempre que sea posible. Cuando ya no
lo sea, permanece la obligación de aplicar las medidas adecuadas para conseguir su
bienestar, aún cuando de ello pudiera derivarse un acortamiento de la vida
Sedación paliativa
Definimos la sedación paliativa como la disminución deliberada de la consciencia
del enfermo, una vez obtenido el oportuno consentimiento, mediante la adminis-
tración de los fármacos indicados y a las dosis proporcionadas, con el objetivo de
evitar un sufrimiento insostenible causado por uno o más síntomas refractarios.
Ahora bien, es preciso que antes de hablar de “síntoma refractario” hay que estar
muy seguro de que realmente dicho síntoma no se puede controlar. Así definimos
síntomas refractario como “aquel que no puede ser adecuadamente controlado con
los tratamientos disponibles, aplicados por médicos expertos, en un plazo de tiem-
po razonable. En estos casos el alivio del sufrimiento del enfermo requiere la seda-
ción paliativa.
No es indicación para la sedación: familia angustiada ni profesionales angustiados
o sobrecargados de trabajo.
La sedación, en sí misma, es un recurso terapéutico neutro más y por tanto ética-
mente neutro. Lo que puede hacerla éticamente aceptable o reprobable es el fin
que busca y las circunstancias en que se aplica.
El
Artículo 36.5
de nuestro Código lo recoge de la siguiente manera: “La sedación
en la agonía es científica y éticamente correcta sólo cuando existen síntomas re-
fractarios a los recursos terapéuticos disponibles y se dispone del consentimiento
del paciente implícito, explícito o delegado”.
La sedación paliativa se diferencia claramente de la eutanasia en cuanto a la inten-
ción de quien lo lleva a cabo, el procedimiento empleado, los resultados y la super-
vivencia esperable tras su aplicación (figura 2). Ciertamente, es una línea muy fina,
pero muy nítida la que separa a una de la otra.