V Convención de la Profesión Médica

V Convención de la Profesión Médica sufrir una operación raquídea innecesaria. Aunque se pueden argüir diversas explicaciones, datos de ese tipo extienden una sombra de duda sobre la motivación que inspira algunas decisiones clínicas. De hecho, también se ha demostrado en España y en otros países que, en algunos casos, los incentivos económicos particulares (como la autoderivación o la dicotomía) o establecidos por la industria (como las comisiones por recetar productos concretos, realizar operaciones innecesarias o colocar instrumentación injustificada) han determinado las prescripciones de algunos médicos por encima (o, incluso, en contra) del interés de sus pacientes. Esa sospecha se alimenta con la percepción de que, a veces, la “libertad de prescripción” (de distintos productos comerciales con el mismo principio activo, de un tipo de prótesis en vez de otra similar, etc.) no se basa en las pruebas científicas sobre las eventuales diferencias de sus efectos (frecuentemente inexistentes), sino que se utiliza como excusa para beneficiarse de la política comercial y retributiva de algunas casas comerciales, tal y como reflejan sentencias judiciales en España y en otros países. Aunque afortunadamente estas conductas sean excepcionales entre los médicos, alimentan el recelo de algunos gestores, que entienden que si los médicos se comportan igual que cualquier otro funcionario, asalariado o proveedor, al dar prioridad a sus propios intereses por encima de los de los pacientes o del erario común, no hay motivo para tratarlos con más miramientos ni someterlos a menos control que a cualquier otro. En esa situación, la solución probablemente no radique en obcecarse por defender derechos adquiridos, hábitos históricos o ventajas gremiales, sino en basar nuestras posturas en la defensa del bien del paciente y la eficiencia de los recursos sanitarios, fundamentarlas en pruebas científicas sólidas e

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