V Convención de la Profesión Médica

V Convención de la Profesión Médica formación de los médicos es en sí mismo un proceso paradójico y, cuanto menos, curioso: ¡Los formamos mal y lo hacen bien! Para establecer un orden que permita comprender y analizar la formación de los médicos estamos obligados a retomar el esquema clásico de la formación médica: i) formación de grado I de máster, ii) formación especializada, y iii) formación médica continuada (FMC) y desarrollo profesional continuo (DPC). En cada uno de estos tres periodos y en todos ellos en su conjunto encontraríamos muchas luces y posiblemente muchas más sombras. Para los fines de esta ponencia consideramos más útil profundizar en los aspectos más débiles antes que complacernos en loar las luces. Y también, con la idea de conseguir la mayor utilidad a este trabajo, será más útil profundizar en unas pocas sombras antes que sobrevolar sin profundizar por todas ellas. Por ello consideraremos, a modo de ejemplo, cuatro escenarios que consideramos que están cubiertos de sombras y, por tanto, deben mejorar. Los tres niveles de formación constituyen compartimentos estancos que no establecen ningún tipo de coordinación ni sinergia. El primer nivel está en manos de la Universidad y del Ministerio y las Consejerías de Educación; el segundo nivel, la formación especializada, lo coordinan las instituciones sanitarias acreditadas para la docencia y el Ministerio y las Consejerías de Sanidad/Salud, y el tercero, aunque es un objeto de deseo, no se sabe bien en manos de quién está, quizá en manos de nadie o posiblemente en manos de todos. Es pues constatable que la formación de los médicos se enmarca en un discontinuum formativo en el que los tres periodos son compartimentos estancos, gobernados por instituciones diferentes, más preocupadas de controlar su parcela que de mejorar el conjunto. Es notorio el desinterés de los

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