V Convención de la Profesión Médica

V Convención de la Profesión Médica • Y el demográfico, cultural y social, que implica envejecimiento y cronicidad, pero también mayores expectativas y exigencias. Y ambas líneas incrementan la exigencia de mejor respuesta organizativa y mayor personalización de los servicios. Además, el proceso de descentralización autonómica se ha acompañado de un creciente desinterés de las autoridades políticas y económicas centrales por gobernar el SNS como un todo: el concepto “la sanidad está transferida” ha abortado proyectos reformistas incluso antes de haberlos concebido. La falta de concreción e implicación de los partidos políticos en las campañas electorales recientes relativa al Sistema Nacional de Salud (SNS) es expresiva de este distanciamiento fatalista, escasamente paliado con proclamas universalistas y garantistas (y en algún caso incluyendo algún guiño a la recentralización de competencias). La crisis económica y las políticas de austeridad han cortocircuitado a las autoridades sanitarias centrales, siendo las económicas las que han ido guiando y tutelando las medidas de recortes del gasto (que no de ahorro). Y lo han hecho con la incapacidad lógica para identificar dónde y cómo hacer economías para gestionar eficiente y sobriamente la sanidad en tiempos de crisis, y para prevenir y actuar precozmente en el caso de efectos adversos de esta política. En estas condiciones, y a la salida de lo peor de la crisis, aparecen dos ideas contradictorias, pero igualmente vigentes: 1. Crece la necesidad en las Comunidades Autónomas (CC.AA.) de contar con una autoridad sanitaria central, pues las ventajas de un SNS no podrán materializarse sin organización y sin instrumentos de coordinación (económicos, de gestión del conocimiento, regulatorios, de liderazgo, etc.).

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