V Convención de la Profesión Médica

V Convención de la Profesión Médica a favor de las grandes corporaciones y drena cada año más de 8.000 millones de euros del SNS de forma innecesaria, y 80.000 millones de los países de la UE. Es precisamente el actual “ statu quo ” el que hay que cambiar, y el TTIP lo dificultaría o lo impediría. Por eso conviene pararlo, revisar sus implicaciones, hacer un debate abierto y, en todo caso, cambiarlo. Para la industria, las negociaciones en curso para el TTIP ofrecerían una oportunidad vital para reducir innecesarias barreras regulatorias, promover un acceso al mercado justo y transparente y fijar unos estándares globales para una fuerte protección de la propiedad intelectual y para reforzar la exigencia de su cumplimiento (limitar excepciones, etc.). Un TTIP integral y de altos estándares puede, según la industria, mejorar la salud de las personas y generar crecimiento económico. Estos son los “regalos”. Pero lleva dentro un propósito muy claro, que es el siguiente (ver folleto explicativo de Efpia-PhRMA): El tratado debe servir para tres objetivos: 1. Reforzar el sistema de patentes: “La capacidad de la industria biofarmacéutica innovadora para invertir en investigación y desarrollo de medicinas que salven vidas y mejoren la salud se basa en un fuerte sistema de protección de los derechos de propiedad intelectual (patentes) y en la vigilancia de su cumplimiento. Reconociendo que la IP (patentes) es la sangre de la innovación, EE.UU. y UE conceden fuertes estándares de protección con patentes para las innovaciones biofarmacéuticas. Cualquier acuerdo entre EE.UU. y la UE no debe debilitar, diluir, estos estándares, y debe reforzarlos…” En realidad, las patentes no son la “sangre de la innovación”, pero sí son la “sangre de la facturación”, de unos cuantiosos beneficios para las grandes corporaciones que salen directamente de los presupuestos sanitarios públicos y de los bolsillos de los pacientes. La “sangre” de esa facturación desproporcionada sale del “cuerpo” de los sistemas de salud, poniendo en riesgo su sostenibilidad. Y la “bomba extractora” utilizada es la patente de medicamento. 2. Fijar precios por valor:

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