V Convención de la Profesión Médica

V Convención de la Profesión Médica En el sector sanitario y sociosanitario la confianza como valor ético está fundamentada conceptual y epistemológicamente, siendo una virtud esencial del contrato implícito entre nuestra profesión y la sociedad. La confianza de la ciudadanía en la honestidad y los estándares éticos de la profesión médica se ha mantenido alta durante décadas. Si bien esta confiabilidad permanece en nuestros días, el nivel de escrutinio público es hoy más exigente y con una demanda social de mayor transparencia e información disponible sobre el cuidado de la salud, las prácticas asistenciales y sus resultados, junto a una mayor capacidad de decisión en los propios sistemas de salud (11) . La desigual relación o asimetría agencial entre profesionales y pacientes posee atributos morales y exigencia de una ética de la confianza en la práctica asistencial como eje del mejor profesionalismo al servicio de la dignidad de la persona y la humanización de la Medicina. Los principios bioéticos de autonomía y justicia restauran el derecho e integridad moral de la persona, frente al riesgo inevitable de una ética de mínimos basada en el relativismo, paternalismo o utilitarismo, que es contrario a las propias virtudes comportamentales de la práctica de la Medicina: benevolencia, humildad, prudencia, altruismo y honestidad como respuesta a las necesidades y expectativas personales, sociales y espirituales de la persona. Penetrar en la experiencia íntima y vital del paciente y adecuar el consejo, asesoramiento y ayuda a sus propios valores y creencias para reconciliar su estado vivencial, emocional y espiritual refuerza el patrón de dignificación asistencial que acompaña al profesionalismo médico (12, 13) . Las virtudes y atributos de valor que la sociedad otorga a la profesión médica, tales como la integridad personal, la sabiduría práctica, el compromiso moral y la actitud

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