Revista OMC Nº 48
Durante el acto de la toma de posesión, el Dr. Tomás Cobo pronunció un discurso, cuyo texto resumido se reproduce a con- tinuación, en el que solicitó un gran pacto por la Sanidad a la ministra de Sanidad y a todos los grupos políticos. “Quiero que lo primero que hagamos en el acto sea rendir un homenaje a nuestros compañeros fallecidos durante la pande- mia escuchando la “Nana” de Manuel de Falla interpretada por los maestros del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid D. Francisco José Segovia al piano, y D. Manuel Guillén al violín. No hay nada; absolutamente nada que podamos hacer para devolverles a la vida. Nada…, pero su ejemplaridad, y la de toda la profesión en su conjunto, permanecerá a lo largo de los siglos mucho más allá de la muerte e inspirará a muchas generaciones de médicos que aún no han nacido. Decía Marie Curie que “la mejor vida no es la más larga, sino la más rica en buenas acciones”. Solo unos pasos más allá de este recinto, impartía clases Ramón y Cajal, un hombre que en lo que a ciencia se refiere estuvo a la altura de Galileo, Copérnico, Newton o Einstein. Ellos y todos los que rodeando el techo de este magnífico anfiteatro son un ejemplo para la profesión médica. Profesión médica con un papel en la so- ciedad que exige el máximo grado de res- ponsabilidad y conocimiento y que, para ejercerla, se necesita un mínimo de 11 años de estudio y toda una vida combi- nando práctica, reflexión y formación Profesión médica sujeta, en estos tiem- pos, a constantes desasosiegos; sirva como ejemplo el hecho de que determi- nadas terapias no avaladas por la ciencia puedan ser consideradas como útiles por algunos jueces. Acciones de este tipo generan incertidum- bre y constituyen una grave injerencia a la ciencia y evidencia científica. A este se suman otros, también muy desafortuna- dos, como el concepto mal denominado “violencia obstétrica” sobre el que recien- temente desde el Consejo se emitió un claro posicionamiento mostrando nuestra preocupación por la creación de alarmas sociales que erosionan la relación “médi- co-paciente” al criminalizar las actuacio- nes de profesionales que trabajan bajo los principios del rigor científico y de la ética médica. Llamarlo violencia crea un aborre- cible vínculo semántico con la violencia de género, esta sí que intencionada, criminal y absolutamente inadmisible. Nuestra profesión observa pacientemen- te la desafortunada lentitud de acercar la formación médica en general, y la forma- ción médica especializada en particular al marco europeo, que es el lugar hacia don- de debemos dirigir nuestros esfuerzos de mejora e integración. Profesión médica que año tras año ve como aumentan el número de agresiones quizás porque en la sociedad en la que vivimos la muerte y la enfermedad no encajan y hay que bus- car un culpable. En este caso: el médico. Profesión médica desde la que, en mi opi- nión, a lo largo de los últimos 30 años, no hemos sabido comunicar a los ciudada- nos en qué consiste nuestro día a día. Creo que debo iniciar esta reflexión con una mirada al cumplimiento de los fines que la sociedad ha confiado a los Colegios Oficiales de Médicos y que son inherentes a nuestro modelo de colegiación universal. Los Colegios de Médicos debemos ser lo más útiles posible a todos nuestros co- legiados y a la sociedad y eso exige una modernización de nuestra institución. Una modernización encaminada a pro- porcionar todas las herramientas que fa- ciliten la vida y el desempeño profesional del médico. En pleno siglo XXI, debemos formar parte activa de la revolución del Big data en la que estamos sumergidos: por ello hemos emprendido ya un plan de transformación digital. Todo esto es lo que debemos hacer, todo este trabajo conjunto desde nuestros co- DR. TOMÁS COBO: “No hay un solo médico en España ni en el mundo, que no se sienta orgulloso de serlo” OMC 48 | Noticias OMC | 9
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