9 INTRODUCCIÓN MUJERES PIONERAS EN LA MEDICINA ESPAÑOLA El 17 de septiembre de 2019 presentábamos en el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) el libro dedicado a María Castellano Arroyo (Médica, Maestra y Humanista), y en la rueda de prensa, el presidente nos lanzó el reto de intentar realizar un libro homenaje a las primeras mujeres médicas en España y, aprovechando que en 2020 teníamos previsto celebrar el Centenario del Consejo General, se nos indicó un posible título “Cien años, cien mujeres médicas”. Nuestra primera intención fue la de incluir dos mujeres por colegio, que bien pudieran ser las dos primeras colegiadas o médicas que hubieran tenido un significado bien en la Medicina de su provincia o bien por su defensa de los valores de la profesión, defensa que entendimos podía estar en su participación en la vida colegial y en la del Consejo General. Comenzamos solicitando información a los colegios en octubre de 2019, y hemos de reconocer que para muchos ha sido una labor ardua, porque de las primeras colegiadas no existía información disponible o bien esta era escasa, y, por tanto, no podíamos dar un formato de uniformidad al libro, pues no queríamos minusvalorar a ninguna médica ni, mucho menos, el esfuerzo de ningún colegio. Desde el Consejo, y siguiendo el mandato de dar visibilidad a las mujeres que han ejercido y ejercen nuestra profesión, comenzamos a realizar la búsqueda de las primeras mujeres que han sido las verdaderas pioneras del ejercicio de la Medicina en España, mujeres que tuvieron muy difícil el acceso a la Universidad. Recordar que la primera mujer que accedió a la Universidad en España fue Concepción Arenal, quien tuvo que disfrazarse de hombre para acudir a las clases de Derecho en 1842. También debemos saber que la Universidad organizada por el Estado de mediados del siglo XIX, después de las revoluciones liberales, tiene poco que ver con la Universidad actual. En esos momentos existían diez universidades repartidas por todo el país (Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia, Oviedo, Santiago de Compostela, Sevilla, Granada, etc.), enfocadas a la élite y con el monopolio de la Universidad Central de Madrid sobre los cursos de doctorado. En estas universidades se podían cursar cinco carreras que daban lugar a un título y a una profesión titulada: Derecho, Medicina, Farmacia, Letras y Ciencias. Otras carreras no tenían estatus universitario, como, por ejemplo, Magisterio, en cuyo caso no se necesitaba el título de Bachillerato para acceder. Para acceder a la Universidad era condición sine qua non el título de Bachillerato y pagar las matrículas y los títulos. Eran carreras largas y caras a las que se les debía sumar los costes de desplazamiento y alojamiento si no se residía en la ciudad donde se encontraba el centro. Por lo tanto, era una Universidad enfocada a las clases medias y a las clases altas. Una Universidad reservada al género masculino, aunque no existía ningún obstáculo legal, en teoría, que imposibilitara la entrada de la mujer en la Universidad. No obstante, si no existía tal prohibición es porque INTRODUCCIÓN
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