VALORES DEL MÉDICO 2021
43 LYDIA FEITO GRANDE observancia de los principios, y se confunde con la simpatía y, por tanto, se comprende como un acción con una implicación emocional que puede ‘nublar’ el juicio del profesional, lo cierto es que la beneficencia supone, en su concepción más general, un compromiso por el bien de la persona y, por tanto, exige un fundamento ético que estriba en el reconocimiento del otro como sujeto con dignidad que merece ayuda. Obsérvese que, según lo indicado anteriormente, la raíz última de ese reconocimiento se encuentra en la consideración de un rasgo humano de vulnerabilidad que nos hace iguales y que suscita la acción. Por ello, antes de la reclamación de derechos se evidencia el reconocimiento humano, lo que implica afirmar que la compasión es un valor fundamental, más radical que cualquier obligación teórica, vinculado a la emoción y la sensibilidad, si bien su exigencia y promoción la convierten en una tarea racional desde la que justificar su ejercicio. El compromiso moral con el bien del paciente supone ayudar contando con la autonomía, esto es, un principio de EeneʾcenciD nR SDWeUnDOiVWD Es preciso además tener en cuenta que la única beneficencia posible es la que respeta y asume el sistema de valores del paciente, de modo que la acción basada en la compasión no puede imponer un bien sin contar con la perspectiva de la persona afectada. Así, el compromiso moral con el bien del paciente supone ayudar contando con la autonomía, esto es, un principio de beneficencia no paternalista. Con el objetivo de restaurar el espacio de la beneficencia frente a un posible e[ceso de énfasis en la autonomía, la perspectiva de E. 3ellegrino apunta a que la finalidad de la medicina no puede ser otra que el bien para el paciente. Esto se justifica por tres ra]ones: porque los seres humanos tienen una condición intrínseca de vulnerabilidad que les hace susceptibles de enfermar; porque los conocimientos médicos son un patrimonio de la humanidad custodiado por los médicos y que sólo puede ser utilizado para el bien de las personas enfermas (por tanto, no para un beneficio personal); y porque la profesión médica supone un acto de compromiso al servicio de los enfermos, una alian]a de mutua confian]a que impone obligaciones morales al profesional. De ahí que el principio fundamental de la ética médica deba ser entonces el principio de beneficencia, o lo que Pellegrino y Thomasma denominan ‘el principio de beneficio en confian]aɂ ( beQe iFeQFe iQ trust ). El principio fundamental de la ética médica GeED VeU enWRnceV OD EeneʾcenciD R OR que Pellegrino y Thomasma denominan ɁSUinciSiR Ge EeneʾcenciD en cRnʾDn]Dɂ ( EeQeʾFeQFe LQ WUXVW ) Aunque esté ya desterrado el esquema paternalista y sea irrenunciable el respeto a la autonomía del paciente, estos autores consideran que la relación clínica sigue siendo necesariamente asimétrica, lo cual significa que la responsabilidad cae del lado del médico. Esto implica que es posible formular una ética de las virtudes en el ámbito de la ética profesional, lo que supone alcanzar un consenso sobre los objetivos de la medicina. Es evidente que, en sociedades plurales, con diversos sistemas de valores, con diversas ideas de bien, se proponen modelos de Yida y fines personales incompatibles, de ahí que sea complejo hablar de un único bien
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