ENFERMAR ES HUMANO: CUANDO EL PACIENTE ES EL MÉDICO Cátedra de Profesionalismo y Ética Médica. Universidad de Zaragoza • Grupo de Investigación en Bioética de Aragón (GIBA)-IIS Aragón 82 “El MIR cuando viene, tiene experiencia cero, no tiene ni idea casi, o sea, sabe mucha teoría, pero no tiene ni idea de tratar a nadie. Entonces, claro, lógicamente, es prácticamente un usuario normal y corriente. A medida que vas avanzando, haces un montón de guardias, aprendes a tratar a la gente y entonces, pues digamos que bueno, que desarrollas una serie de… […] habilidades que te permiten también eso, tomar también otro control de las cosas que te pasan.” (GF1: 242 - 244) Sin embargo, después comentan que suelen conocer a todos los residentes al inicio de su periodo formativo con motivo del reconocimiento médico obligatorio, pero que, a partir de ese momento, la mayoría no vuelven a acudir durante los 4 o 5 años que dura su residencia. “Vemos a todos los R1 y a ningún R4.” (GF1: 247 - 247) Salvo en casos puntuales, los SPRL no participan en el seguimiento de la enfermedad o el control del alta o baja laboral. Sí se les suele consultar cuando es necesario realizar una adaptación de la residencia, ya que es necesario su dictamen para llevarla a cabo. La adaptación más frecuente en el caso de los residentes consiste en reducir o suprimir las guardias. En esos casos en que es precisa la intervención de Prevención de Riesgos Laborales, estas profesionales comentan que la coordinación con los tutores de residentes ha sido adecuada, valorando la preocupación y el interés por parte de estos, en contraposición a las mayores dificultades que observan cuando el enfermo es un médico con más años de ejercicio. Entre sus funciones, los médicos deSPRL también forman e informan a otros médicos y a los equipos directivos en el manejo de situaciones con médicos enfermos. Con los residentes, realizan alguna actividad formativa al comienzo de la residencia. Grupo focal de tutores y jefes de estudio de formación médica especializada Para los tutores y jefes de estudios, sus principales funciones son en el proceso de enfermar de los MIR son: • Gestionar el plan de formación del residente y las adaptaciones necesarias por motivos de salud, en caso de que existan. • Facilitar la conciencia de enfermedad cuando el residente no percibe su propio problema de salud, especialmente en cuestiones psicológicas/psiquiátricas. • Encargarse de la coordinación con otros profesionales: con los médicos con quienes rotan los residentes, con los médicos de Salud Laboral o de programas específicos como PAIME… • Proporcionar información a los residentes sobre su situación laboral • Acompañar al residente en el proceso de la enfermedad. Algunos tutores resaltaron especialmente la soledad que pueden percibir los residentes procedentes de otros países, para los que el tutor puede ser su principal apoyo al no tener cerca a familiares o amigos íntimos. “Te ven como ayuda o como confesor […] Entran con cuadros psicológicos no graves y se apoyan mucho en ti…” (GF2: 41 - 41) Casi todos consideran que esa búsqueda de apoyo en el tutor es más frecuente en las unidades pequeñas que cuentan con un número bajo de residentes. Tres participantes también valoran como posibilidad que influya el sexo del tutor, siendo más habitual cuando la tutora es mujer, y otra nombra la accesibilidad y capacidad de escucha del tutor como un factor determinante. Impacto del tipo de patología Para los participantes en el grupo de jefes docentes existen dos grupos fundamentales de patologías que pueden padecer los residentes, las físicas y las psiquiátricas, cuyas características y abordaje son muy diferentes, además de un tercer grupo que constituye una situación de salud sin ser una enfermedad, el embarazo. La enfermedad física se percibe como mucho más fácil de abordar, con mayor implicación por parte de los profesionales que rodean al residente. Existe algún caso de residentes con enfermedades físicas crónicas que se reagudizan durante la residencia, pero lo que los tutores han visto con más frecuencia es un residente previamente sano que desarrolla una enfermedad durante su etapa de formación especializada. Por otra parte, los problemas psicológicos o psiquiátricos son percibidos como más complejos, difíciles de abordar, a veces con falta de conciencia del problema por parte del propio residente y con menor implicación por parte de otros médicos (ej.: tutores de rotación, compañeros de servicio…). La percepción de los tutores es que la mayoría de problemas psiquiátricos están presentes antes de empezar la residencia, aunque en ocasiones pueden pasar desapercibidos, y tienden a agudizarse y agravarse en relación con el estrés y las elevadas exigencias de la residencia, siendo especialmente relevante el estrés que suponen las guardias. “Cuando son enfermedades físicas, ahí como que todo el mundo se vuelca, que vemos que todo el mundo podemos hacer algo… Pues mira: te voy a enviar al especialista de tal… hay que hacer esto o lo otro, tómate no sé el que… todo el mundo se involucra mucho. Sin embargo, si son problemas psíquicos o psiquiátricos, es más complejo. Nadie le quiere poner el cascabel al gato…” (GF2: 18 - 18)
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