ENFERMAR ES HUMANO: CUANDO EL PACIENTE ES EL MÉDICO Cátedra de Profesionalismo y Ética Médica. Universidad de Zaragoza • Grupo de Investigación en Bioética de Aragón (GIBA)-IIS Aragón 37 de roles para quien atiende, al no saber si tratarlo como un compañero, como un profesional médico o como un paciente más. Dirigirse al médico-paciente como un compañero puede favorecer una relación de confianza, pero también puede hacer olvidar que en esa situación se trata de alguien enfermo y puede necesitar el apoyo o las explicaciones que requeriría cualquier otro paciente, lo que conduce a categorías ya comentadas, por ejemplo, la información sobreentendida, consistente en omitir información relevante por asumir que el médico-paciente ya la conoce. Y, al contrario, si se trata al médico paciente exactamente igual que a un paciente con otra profesión, este puede sentir que no recibe un trato personalizado y adaptado a sus capacidades y conocimientos. Identificarse como médico: Esta cuestión surgió de manera espontánea en los discursos capturados en las entrevistas, con opiniones y experiencias diversas. La mayoría de los entrevistados se identifican como médicos cuando reciben asistencia sanitaria, o bien son reconocidos por los colegas que les atienden. Nos referimos en este caso a quienes solicitan atención siguiendo el circuito habitual. Por supuesto, quienes realizan consultas directamente a sus colegas saltándose los trámites habituales, deben irremediablemente identificarse como médicos para tener acceso a esa atención. Solo una residente dice que prefiere no comunicar que es médico cuando acude a ser atendida como paciente porque entonces es probable que le proporcionen un trato preferente que no desea. Además, varios residentes comentan haber acudido en algún momento a una consulta o a un servicio de urgencias como un paciente no-médico, describiendo esta actuación como una “prueba” intencionada, con el objetivo de poder valorar la calidad de la atención o con la finalidad de no interferir en el proceso de atención, al entender que identificarse como médico lo modifica y no siempre de forma positiva. Por otra parte, surgen discrepancias sobre la preferencia de que el médico paciente al que ellos atienden se identifique como tal. Parece que lo más problemático es que este oculte su profesión y lo comente una vez finalizada la atención, sobre todo si lo hace para cuestionar la misma. “El problema se me ha presentado cuando el médico no dice que es médico y después te exige y termina la consulta diciendo “yo también soy médico” […] cuestionando lo que tú has hecho” (11-007: 138 - 138) “O entras y te identificas o asumes el rol de paciente […] si voy y quiero que sepa que soy médico, de alguna manera le hago sentir “hola, sí, es que soy residente”, le suelto el comentario…” (11-007: 140 - 140) El papel del médico de familia: Como se ha comentado previamente, solo uno de los MIR entrevistados acudió en primer lugar a su médico de familia en el momento en que aparecieron los síntomas. Cabe destacar que se trataba de un residente en los primeros meses de su formación. El resto tuvieron contacto con su médico de familia solo cuando necesitaron que les diera la Incapacidad Laboral Temporal y posteriormente el alta laboral. A este respecto, se observa con relativa frecuencia que o bien el médico de familia deja en manos del MIR paciente la decisión sobre el alta, o bien este desatiende las recomendaciones de su médico para adelantar la reincorporación laboral. “Él me dijo que, si por él fuera que yo estaría dos meses de baja, pero que bueno, lo que yo le fuera pidiendo…” (11-009: 32 - 32) Uno de los entrevistados, residente de Medicina de Familia y Comunitaria, explica que su médico de cabecera es al mismo tiempo su tutor. Cree que esto no ha generado ningún conflicto en su caso. Atender a un compañero enfermo genera sensación de incomodidad o tensión: Uno de los aspectos más comentados es la sensación de incomodidad o tensión, que suele ir en relación con el siguiente punto, el hecho de sentirse evaluado cuando atiende a un compañero médico con un problema de salud. “No me gusta atender a médicos, pero hay de todo, hay gente que es muy agradable, que te facilita todo… y gente que te pone muchas trabas” (11-003: 82 - 82) Atender a un compañero enfermo genera el sentirse cuestionado o evaluado: Percepción de que el médico-paciente puede evaluar sus conocimientos o juzgar su actuación. Aparece miedo a “quedar mal”, a cometer algún error que pueda ser detectado por el médico paciente. Esto puede llevar a pensar opciones diagnósticas más improbables o a ser más agresivo en el diagnóstico o tratamiento. “Puede ser un reto… porque tiene conocimientos, puede hacer preguntas que te pillen… preguntas muy lógicas, pero más difíciles que un paciente estándar y al mismo tiempo a lo mejor es más exigente con esas respuestas…” (11-005: 89 - 89) “O de estos pacientes que te medio atacan y lo tienen todo preparado porque se lo saben todo perfectamente mucho más que tú…” (11-001: 66 - 66) Atender a un compañero enfermo puede generar mayor empatía: Para un médico puede ser más sencillo sentirse identificado con el paciente si este también es médico, con más facilidad para ponerse en su lugar. Este aumento de empatía en ocasiones puede ser valorada como excesiva y por tanto como un inconveniente, al considerar que puede mermar la objetividad.
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